Colombia es un país trepidante, lleno de energía y de una alegría que llena cada rincón y con unas gentes que contagian de toda la buena onda que puedan transmitir. Pero Colombia también es un paraíso natural, lleno de zonas donde la paz lo inunda todo. Por ello, le acercamos las zonas del país que le trasportará al oasis de calma, tranquilidad y reposo que pueda necesitar para unas vacaciones o para un merecido retiro reparador.
El Oriente Antioqueño y la pureza del interior
Hablar del Oriente Antioqueño es hablar de un auténtico regalo. Una de esas zonas que por historia, cultura, respeto y entorno llenan de orgullo paisa a todo el que lo contempla.
Por razones como éstas, no es de extrañar que comprar un apartamento en el Oriente Antioqueño se haya convertido en algo habitual para aquellos que tras años de duro trabajo y de someterse al estrés de la gran ciudad, deciden buscar un espacio donde recuperar la tranquilidad y contemplar agradablemente el paso del tiempo sin que la oferta de ocio y servicios se resienta.
Perfectamente comunicada por tierra y aire (con el segundo aeropuerto internacional de importancia del país), el Oriente Antioqueño cuenta con municipios como Rionegro, El Retiro, El Carmen de Viboral etc. que enamoran por su encanto y la simpatía de sus gentes, así como joyas naturales como el Salto de Guarne, La Peña, la Caída El Picacho y otros tantos destinos que componen una rica, extensa y promovida red ecológica de espacios donde el verde lo inunda todo.
Ladrilleros y la cara pacífica
Aunque demasiado frecuentada por el turismo como para destacar como oasis del descanso, quien visita Ladrilleros y Juanchaco tiene en actividades como el buceo o el avistamiento de ballenas una buena excusa para desintoxicarse del ritmo mundanal y parar el tiempo.
Para aquellos que sin embargo esto no le es suficiente y buscan la paz prometida, tienen hacia la cara interior del Valle del Cauca lo que desean: valles frondosos y escarpados que desembocan en municipios encantadores como Palmira o Tuluá.
No obstante, la bahía Málaga y sus espectaculares paisajes donde el agua es absoluta protagonista (a la imponente presencia del océano Pacífico se le suman las desembocaduras de varios ríos caudalosos) esconde selvas de manglares que más allá de Ladrilleros y Juanchaco, pueblan pescadores que viven al ritmo cadencioso de la marimba y el tambor. Perfectas localizaciones para perderse.
Barú y San Bernardo: pleno Caribe
Situarse en la zona bajo la influencia de la imponente y bella ciudad amurallada de Cartagena no quiera decir que se viva asfixiado por el turismo. Así, una zona privilegiada como la costa caribeña nos regala espacios como Barú y San Bernardo.
Para describir la paz que transmite Barú, sólo hay que nombrar que se trata de una isla formada por corales, playas de arena fina y manglares que lo convierten en destino predilecto para los amantes del buceo y que sobrevive aún alejada y aislada del influjo del turismo tradicional que frecuenta Cartagena.
En el caso de San Bernardo hablamos de diez islas con similares características que las que encontramos en el entorno de Barú pero algo más adecuadas para el comercio: ideal para aquellos que buscan el relax sin perder todos los servicios y comodidades que ofrece un destino turístico.